Micro Sistemas

La Historia de Micro Sistemas S.A., según Carlos María Molina

El espíritu emprendedor de los cordobeses, junto al excelente nivel de actualizados conocimientos acumulados e impartidos por parte de la Universidad Nacional de Córdoba y la Facultad Regional Córdoba de la Universidad Tecnológica Nacional, hicieron posible el surgimiento de una empresa pionera en la industria electrónica informática, en los primeros años de la década de los 70 del siglo pasado: Micro Sistemas.

Su gestación por parte del Cr. Julio Eduardo Bazán y cuatro entusiastas (Juan Carlos Murgui, Héctor Müller, Alberto Freddy Díaz y Juan Antonio Salonia), fue contemporánea con la explosión de emprendimientos tecnológicos sucedido por entonces en el Silicon Valley.

Conocí a Julio Eduardo Bazán en 1974, cuando me desempeñaba como Gerente de la Federación Gremial Odontológica y contraté los servicios de PROCECOR para el procesamiento de las prácticas odontológicas a los beneficiarios del Sistema de Obras Sociales, su facturación y su liquidación.

Julio era un gran visionario de la revolución que la informática, basada en la digitalización, iba a generar sobre la gestión de los negocios privados y de los asuntos estatales. Contagiaba entusiasmo, era un gran vendedor.

En mis habituales diálogos con Julio fui conociendo todas las posibilidades que el procesamiento digital de datos ponía a disposición de los managers. Julio fue el primero en hablarme de la aparición del “microprocesador”, y de la revolución que el mismo podía generar al hacer posible que se multiplicara en forma exponencial la generación de aplicaciones destinadas a la eficiente satisfacción de las más diversas necesidades referidas a la registración, el control, y la operación de las más diversas actividades. El trabajo simultáneo de muchos individuos rápidamente autocapacitados, en distintos lugares del mundo, eran la base de la aludida multiplicación.

Bazán veía en este novedoso dispositivo una gran amenaza a su negocio (el gran centro de procesamiento de datos) y a la vez veía una gran oportunidad. Por tal razón no dudó y promovió el encuentro de cuatro expertos de la disciplina denominada por entonces “la computación” para que se aplicaran al estudio del microprocesador Intel 8080, y la creación de un equipo destinado al “talón de Aquiles” en la vinculación entre su PROCECOR (equipado por IBM) y su clientela: la captura y validación de datos. Los entusiastas expertos fueron Juan Carlos Murgui, Héctor Müller, Alberto Freddy Díaz y Juan Antonio Salonia. Ellos fueron los que empezaron a dar cuerpo a las ideas de Julio Bazán, dando nacimiento a Micro Sistemas S.A.

La tarea de captura y validación de datos requería habitualmente el traslado (ida y vuelta) de voluminosa y crítica documentación desde las empresas hacia y desde el “centro de cómputos”, en las que se procedía a la toma de información a través de los equipos de “perfo-verificación”, dedicados a grabar datos en las recordadas tarjetas perforadas, las que finalmente eran “leídas” por la gran computadora.

Tal es la razón de la generación de la MS 101, una máquina dedicada a grabar datos de formato digital en diskettes de 8 pulgadas. Quienes adquirían e instalaban este equipo evitaban el traslado de documentación y lograban procesamientos de su información más rápidos y seguros. El acierto de Julio en elegir la primera “aplicación” del microprocesador, quedó demostrado con el éxito traducido en demanda.

La necesidad de capitales que solventaran la fabricación para la atención de la demanda de los primeros equipos vendidos llevó a Julio Bazán a iniciar conversaciones con su competencia: CEPICO, un centro de cómputos equipado por NCR, conformado por los principales estudios contables de Córdoba, bajo el liderazgo del Cr. Alberto Maineri. La asociación con CEPICO (1977 aproximadamente) implicó que se le cediera al nuevo socio la imposición del Gerente General. Para ese cargo fue designado el Sr. Héctor Luján, el vendedor estrella con que contaba CEPICO para engrosar su cartera de clientes.

En junio del año 1977 me incorporé al Directorio de la por entonces Oliva Funes Compañía Financiera S.A. y me hice cargo de la Gerencia General de la misma. El crecimiento de esta compañía financiera permitió su pronta transformación en lo que fue el Banco Denario S.A.- En el desempeño de esta gestión no dudé en recurrir a la utilización de los equipos de Micro Sistemas, pudiendo resolver con claras ventajas competitivas la gestión en tiempo real de las imposiciones de depósitos a plazo y la liquidación de créditos prendarios con los planes de pago más flexibles del mercado. El equipo estrella en tal gesta fue el MS 104.

Ya por entonces se había también desarrollado un equipo con destino a la capacitación en programación, la MS 51.- En base a este equipo se equiparon las aulas de AES, instituto propiedad de los hermanos Rabbat y dirigido por Miguel Letwin (ex - analista programador de CEPICO).

Quienes teníamos una visión externa cercana de Micro Sistemas, la de los usuario de los equipos, contemplábamos con entusiasmo y preocupación el desarrollo de esta empresa que aparecía como una gran solución a nuestros problemas de gestión, pero en la que apreciábamos una clara fragilidad organizacional. Se habían conformado dos grupos de gran habilidad en sus tareas, pero muy descoordinados entre sí. Por un lado, la gestión de ventas liderada por Héctor Luján, y por otro lado Julio Bazán liderando la investigación y desarrollo. En el medio quedaban huérfanas de liderazgo y por ende de pautas para su eficiente funcionamiento las áreas de programación y ejecución de la producción, la logística de aprovisionamiento de insumos, la organización de servicios de atención al cliente y el servicio técnico, la administración y las finanzas. Todo era suplido con entusiasmo y voluntarismo, acompañados de interminables discusiones entre los mencionados grupos internos y sus correspondientes grupos accionarios que los sostenían. Esa era la situación de la empresa en el inicio de 1983.

Con el fin de conciliar ambos grupos, por cuando era un “conocido confiable” de los dos, fui designado director, por unanimidad de los accionistas, en inicios de 1983, momento en el que me desvinculé del Banco Denario. Lamentablemente ya se habían marchado de la empresa dos de los emprendedores fundadores: Juan Carlos Murgui y Héctor Müller.

Era yo un director sin mando ejecutivo, pero con capacidad para indagar toda la información que me resultara necesaria para tomar un acabado estado de situación, imprescindible para proponer al Directorio un programa de ordenamiento de la empresa. Debo reconocer que en esa tarea recibí sin inconvenientes todos los detalles que requería al grupo de los “desarrollistas”, aprendiendo en profundidad los detalles del desarrollo de productos por parte de Juan Antonio Salonia (hard) y de Alberto Freddy Días (soft), dos entusiastas e incansables en la ejecución de sus tareas. La obtención de la información comercial (mercados, potencial demanda, competencia, etc) me resultó más trabajosa.

Hacia fines de 1983 presenté en el Directorio mi diagnóstico: era imprescindible, prioritario y urgente salvar la situación de cesación de pagos, recomponer el capital de trabajo, mejorar la logística de provisión de insumos enviando una persona a radicarse en la zona del “Silicon Valley”, organizar la producción incorporando un profesional con experiencia industrial, y requerir a los accionistas el aporte de capitales que hicieran posible cubrir tales necesidades y además hiciera posible contar con la infraestructura y el equipamiento necesario para llevar adelante en forma eficiente la producción y las tareas de investigación y desarrollo. Sin aportes de capital no sólo era imposible continuar con el proyecto, si no que la presentación del Concurso Público de Acreedores era inevitable por la acumulación de deudas exigibles de todo tipo (comerciales, fiscales y laborales).

Como consecuencia de tal recomendación se validó la reincorporación del Sr. Héctor Müller, quien ya había decidido marcharse de la empresa y radicarse en Palo Alto (California, USA) para ejecutar propios emprendimientos, ante su “desilusión” por la marcha de la empresa en la que había participado protagónicamente en su gestación. El propósito era que Héctor Müller desarrollara una oficina dedicada a la compra de insumos. También fue designado como Gerente de Producción un Señor de apellido Canuto, proveniente de la industria automotriz. La falta de colaboración de parte del Sr Héctor Lujan, no permitió la consolidación en sus tareas a ninguno de los nombrados.

El requerimiento de aportes de capitales fue negado por los dos grupos accionarios, quienes se avinieron a la incorporación de un tercer socio. Esa fue la vía por la que se incorporó, con una participación del 30%, el Sr. Gustavo Defilippi, ex directivo del Banco Denario, uno de los principales clientes de Micro Sistemas.

Posteriormente, y ante la imperiosa necesidad de nuevos aportes de capital para la compra de una nave industrial, ya que las sedes de calle 9 de Julio 561 y de la Avda Fuerza Aérea resultaban insuficientes e inapropiados para alojar al personal y el equipamiento que se habían incorporado, se resolvió un nuevo incremento de capital. Tal incremento fue cubierto íntegramente por el Sr. Gustavo Defilippi, quien de esta manera alcanzó la mayoría accionaria en la sociedad en los inicios de 1984.

Con este aporte de capital, se adquirió la nave que se convertiría en planta industrial y sede principal de la empresa, ubicada en la Avda Japón, a metros de su empalme con ruta 9 norte, en la Ciudad de Córdoba.

Inmediatamente después, el grupo CEPICO ofreció en venta sus acciones, las que fueron adquiridas por Gustavo Defilippi, continuando Julio Eduardo Bazán y los otros cuatro entusiastas fundadores, como socios minoritarios. Por entonces el Sr. Héctor Luján renunció a la Gerencia General, cargo que yo asumí en abril de 1984.

Gustavo Defilippi, como accionista mayoritario, propició la formulación de un macro plan, cuyos capítulos de objetivos eran: a) Conseguir de parte del gobierno nacional la sanción de un régimen de promoción para la industria informática (un período de tiempo de protección aduanera, que liberara de aranceles el ingreso de insumos y gravara los productos terminados, a la vez que evitara el dumping y/o el ingreso de productos con subsidios en sus países de origen). b) Conseguir un socio y/o proveedor estratégico que aportara todo lo vinculado con la práctica de la industria electrónica profesional (“transferencia de tecnología”). c) Determinar los segmentos de mercados en los que la baja escala industrial con alto valor agregado de ingeniería nos colocaba en situación competitiva. e) Conseguir un socio que aportara los avales para la transferencia de tecnología, y el capital de trabajo necesario para alcanzar un volumen de producción que cerrara con utilidades la relación entre las potenciales cuotas de mercado factibles de capturar y los costos de producción, distribución y atención al usuario que ello demandaba.

De inmediato nos abocamos, con la compañía entusiasta de Julio Bazán, a las acciones necesarias para el logro de los distintos objetivos. Los que fueron cumplidos en su totalidad.

En el plano de conseguir el dictado de un régimen de promoción industrial, con el apoyo de las autoridades provinciales y municipales cordobesas (Angeloz – Mestre), en el mes de abril de 1984 visitamos con Julio Bazán al presidente Alfonsín y lo impusimos en detalle de nuestros proyectos.

El presidente Alfonsín puso un hombre de su confianza, el Ing. Roberto Zubieta, a trabajar en el tema bajo la supervisión del entonces Secretario de Industria, el Ing Carlos Lacerca. El Ing Roberto Zubieta había sido el “padre” del proyecto “Fate Electrónica”, que a principios de la década del 70 logró diseñar, producir, comercializar en nuestro país y exportar, las primeras calculadoras electrónicas que estuvieron a disponibilidad de los argentinos, las “Cifra”. Tras el golpe militar Zubieta había emigrado a Brasil, en donde fue el principal animador del proyecto “Texas Instrument”, primer eslabón de la industria electrónica brasileña. Su pasión militante lo había traído de vuelta al país a comienzos de 1984, y se puso de inmediato al servicio de su amigo Raúl Ricardo Alfonsín.

La primera acción del Ing Roberto Zubieta, fue convencer de que la vía más rápida para lograr la sanción de un régimen de promoción de la industria informática no pasaba por la sanción de una ley específica, si no que bastaba una buena resolución de la Secretaría de Industria sancionada en el marco de la Ley de Promoción Industrial por entonces vigente, que convocara a un concurso de proyectos de la industria informática para la adjudicación de los beneficios de promoción previstos en dicha ley. De inmediato puso manos a la obra de la redacción de tal resolución.

Uno de los aspectos más destacados que contenía la Ley de Promoción Industrial, era que no asignaba beneficios por actividad, sino que lo hacía en una relación “actividad – región”. Dentro de las regiones factibles de recibir beneficios (en escala mucho menor a la de otras provincias como San Juan, La Rioja y San Luis) se encontraban algunos departamentos de la Provincia de Córdoba, Totoral entre ellos. Por esa razón nació el entusiasmo del Gobernador Eduardo César Angeloz por generar el llamado “Polo informático de Sinsacate”, por ser esta localidad el punto más cercano a la Ciudad de Córdoba ubicado en territorio del Departamento Totoral.

A partir de CADIE, la Cámara Argentina de la Industria Electrónica, presidida por Dn Marcelo Diamand (TONOMAC), se conformó un grupo empresario que gestionó con fuerza ante la Secretaría de Industria en pro de obtener la sanción del régimen de promoción.

En el mes de enero de 1985 el Ing Roberto Zubieta concluía su tarea, y el Secretario de Industria Ing. Carlos Lacerca suscribía la Resolución 44/85, por la cual se convocaba a concurso para la adjudicación de beneficios de promoción a proyectos de la industria informática. El plazo para la presentación de las propuestas vencía en Junio del mismo año.

Los avatares de los cambios de gabinete en el gobierno nacional llevaron a Zubieta a la titularidad de la Secretaría de Comunicaciones, y propiciaron la llegada a la Secretaría de Industria a la Ing Beatriz Nofal, quien continuó con entusiasmo la tarea desplegada por Zubieta en el tema del régimen de promoción de la Industria Informática. Quedaba a su cargo el análisis de las propuestas y la adjudicación de los beneficios.

Las empresas que habían mostrado interés en ejecutar proyectos bajo el régimen promocional eran renuentes a radicarse en las zonas que la Ley de Promoción Industrial preveía. La necesidad de contar con personal de alta calificación, habitualmente cercano a las universidades radicadas en los grandes centros urbanos, más la cercanía de un aeropuerto internacional, justificaban tal renuencia.

La Ing Beatriz Nofal y sus colaboradores encontraron en las normas y antecedentes, la potestad de la Secretaría de Industria para hacer excepciones respecto a la zona de radicación, a cambio de reducir el volumen y los tiempos de la promoción. Mediante resolución abrió un período de tiempo en el que las empresas proponentes podían reformular los proyectos presentados, con inclusión de mejoras en metas de volúmenes de producción, incrementos en la integración nacional de los productos y cambios en la radicación de las plantas industriales. Micro Sistemas S.A. reformuló su propuesta al concurso, proponiendo la radicación en Córdoba y reemplazando la carta intención de licencias de fabricación otorgado por Olivetti, por una mejor propuesta suscripta por IBM. A partir de esta novedad en el proceso del concurso, quedó sin sustento el proyecto del “Polo Informático de Sinsacate”.

La tramitación del concurso de la Res 44/85 sufrió demoras a raíz de la reformulación de los proyectos. Nuevamente los avatares de la política en el gobierno nacional provocaron cambios en la conformación del Gabinete de Ministros. Ello significó el alejamiento de la Ing Beatriz Nofal de la Secretaría de Industria, y el arribo a la misma del Dr. Roberto Lavagna. En mayo de 1986 en base a una propuesta del nuevo Secretario de Industria, el presidente Alfonsín sancionó el Dcto 652/86 estableciendo el “Régimen Sectorial para la promoción del Sector de la Industria Electrónica”, mediante el cual ratificó todo lo actuado en relación al Concurso de proyectos presentados conforme a la Resolución 44/85 en el sub-sector de la industria informática. Con posterioridad a tal decreto se aceleraron las evaluaciones de las propuestas del concurso. A fines de 1986 Micro Sistemas S.A., luego de ajustar la propuesta inicial, logró que el Secretario Lavagna suscribiera la resolución de adjudicación de los beneficios de la promoción industrial. Tales beneficios tendrían efectividad a partir del 1 de enero de 1987. Habían transcurrido casi tres años desde la visita que hiciéramos con Julio Bazán al presidente Alfonsín.

Los beneficios temporales que acordaba la Secretaría de Industria de la Nación, se resumían en: a) Otorgamiento de “Certificados de Exención Arancelaria” ( “CEA”) para la importación de insumos con arancel cero durante un máximo de cuatro años, con plazo renovable según evolución de la integración nacional de los productos, sujeto a rendición de cuentas al sistema aduanero en relación a la existencia temporaria de su acopio y/o a la demostración de su incorporación a productos finales puestos a disposición del mercado y/o exportados. b) Receptar inversiones de capital vía diferimiento de IVA, con amortización a diez años, con cinco de gracia, sin interés. De esta manera, el objetivo del primer capítulo del macro plan formulado por el accionista Defilippi, se había logrado.

Dado a que la aplicación de mi tiempo a las simultáneas gestiones en pro de conseguir los objetivos del macro plan del accionista, delegué en 1985 en manos del Ing. Rodolfo Garzón Bonet la Gerencia General de la empresa.

También a partir de 1984, como consecuencia del definitivo alejamiento de Héctor Müller, y en pro de solucionar el problema de la logística de provisión de insumos se creó la “Branch” de Micro Sistemas S.A. en Palo Alto, que funcionaba bajo las leyes del estado de California, EEUU, y pusimos al frente de la misma al Ing. Hugo Bonansea, quien se trasladó e instaló con su familia.

Al mismo tiempo se dio un fuerte impulso al desarrollo de una máquina tipo “PC” basada en el microprocesador Intel 8088. Juan Antonio Salonia y Alberto Freddy Días continuaban dando empuje al sector “Investigación y Desarrollo”. El diseño de la placa central de la “PC” estuvo a cargo del Ing Marcelo Mantovani, a quien instalamos en la Ciudad de Mendoza, a fin de aprovechar el sistema de CAD CAM que disponía la empresa IMPSA (Pescarmona). Entiendo que fue la primera y única placa “motherboard” para un equipo multipropósito (sistema operativo D.O.S) diseñada y producida en el país.

La persecución de lograr la “transferencia de tecnología” nos llevó a iniciar numerosas gestiones: a) Con Telefónica de España, propietaria de Secoinsa S.A., una compañía dedicada a la industria informática y de las telecomunicaciones, con sede en Madrid y fábrica en Málaga, la que había logrado un excelente contrato de licencias industriales de parte de la empresa japonesa Fujitsu. El marcado interés de esta empresa española en nuestro proyecto “TEP” (Tarjeta Electrónica Portable) por entonces en estado de desarrollo a nivel “prototipo”, justificó mi traslado a Madrid en compañía de los Ingenieros Fessia y Gutiérrez, llevando los equipos para realizar una exposición y demostración de los mismos. Logramos firmar un acuerdo para practicar la “due diligence” sobre MS, que nunca se llevó a cabo. b) Con Olivetti, a través de su oficina en la Ciudad de Buenos Aires a cargo de Dn Enrique Rabotnicoff. Olivetti había llevado adelante una alianza estratégica con ATT, para la producción y comercialización de una línea de pequeños “mainframe” que utilizaban el sistema operativo Unix. Estos equipos representaban una dimensión intermedia entre los grandes equipos de procesamiento (los instalados en los grandes centros de cómputos) y las incipientes “PC”. Junto a Julio Bazán y Juan Antonio Salonia visitamos la sede central de Olivetti en Ivrea y junto a Rodolfo Garzón Bonet visitamos una de las sedes de ATT en New Jersey. Tras estas visitas celebramos un contrato de representación comercial, logrando muy pocas operaciones de venta de los “pequeños mainframe”. Paralelamente suscribimos con Olivetti una carta intención para el licenciamiento de fabricación de impresoras y terminales bancarias, sujeto a la condición de que obtuviéramos los beneficios de la promoción industrial. Fue con esa carta intención con la que Micro Sistemas hizo su presentación original al concurso convocado por la Resolución 44/85, en el mes de Junio de 1985. c) Con IBM, a través de su poderosa representación en Argentina, a cargo de Víctor Savanti, en paralelo con negociaciones con SADE, conducida por Vittorio Orsi e integrante del Grupo Pérez Compac, en pro de conseguir los aportes de capital y avales buscados. d) Con la alemana Siemens, a través de sus ejecutivos de negocios en Argentina y por especial diligencia del Gobernador Eduardo Angeloz, con la que hubo solo conversaciones preliminares y una visita a nuestra planta industrial de la Avda Japón.

En lo referido a la búsqueda de socios que aportaran avales y capital, se realizaron gestiones con distintos grupos empresarios, entre ellos: SOCMA, IMPSA, BULGHERONI, GARFUNKELE (BGH) y PEREZ COMPANC.

Las gestiones que definitivamente prosperaron fueron las realizadas con el grupo Pérez Companc y la multinacional IBM. Se decidió trabajar en el mercado vertical de equipos “terminales de atención de caja de la actividad bancaria”, segmento en el que IBM era fuerte, y no requería altos volúmenes de manufactura para resultar competitivos, además de continuar con la fabricación de equipos multipropósito (MS 61), pero con menor nivel de integración local. Por entonces IBM ARGENTINA tenía en funcionamiento una planta industrial dedicada a la fabricación de impresoras multipropósito de mediano porte, ubicada en la localidad de Martínez, Provincia de Buenos. El nivel de integración nacional de tales impresoras era muy alto, y había logrado desarrollar un buen número de proveedores locales calificados, entre ellos una fábrica de motores de paso ubicada en la Ciudad de Córdoba: “Morchio y Benítez S.A.”

La firma del acuerdo con SADE fue concomitante con el tramo final de las evaluaciones de las propuestas al concurso de la Resolución 44, a mediados de 1986. Gustavo Defilippi (80%) y Julio Eduardo Bazán (20%) conformaron una sociedad llamada “Inversora Tecnológica S.A.”, la que retuvo el 49% de las acciones de Micro Sistemas S.A., tomando SADE el 51%.

El directorio quedó conformado por los Ingenieros Antonio Berutto y Juan Carlos Madoz por la mayoría, y quien suscribe por la minoría.

Se inició una verdadera explosión de incorporación de personal altamente calificado (ingenieros) y un proceso acelerado de capacitación que tenía como punto de referencia la planta industrial que IBM poseía en la Ciudad de Charlotte, estado de Carolina del Sur, en Estados Unidos de Norte América.

En un acelerado proceso se desarrollaron proveedores, se incorporó equipamiento de alta tecnología ( principalmente robotización en la línea de montaje de componentes sobre placas electrónicas, soldado por ola, testeo programado de placas, cámaras de prueba de temperatura, líneas de montaje, etc) y se reorganizaron todas las áreas de la empresa ( Logística de Planificación de la Producción y provisión de Insumos, Compras/Proveedores, Producción, Comercial, Administración y Finanzas, Investigación y Desarrollo, Servicios al Cliente). El responsable ejecutivo del proceso de reorganización fue el Ing. Edmundo Poggio. Se resolvió el regreso al país del Ing. Hugo Bonansea, y se dispuso el traslado de la oficina instalada en Palo Alto, a la Ciudad de Miami.

Las órdenes de compra de terminales para los puestos de atención en bancos se precipitaron. A la línea de terminales licenciada por IBM se le incorporó una terminal de atención de auto servicio (suministro de información y recepción de depósitos) de propio desarrollo.

En cuanto a la línea de productos de propósito general, se rediseñó el modelo PC MS 61, con la incorporación de una motherboard manufacturada en China, por cuanto los costos de producción de tal placa en el país en baja escala, nos dejaba fuera de competencia pese a los beneficios y protecciones de la Resolución 44.

La calificación certificada de la planta industrial de Avda Japón por parte de IBM le abrió a Micro Sistemas las puertas del mundo. La visión de que éramos altamente competitivos en productos de baja escala, con alto contenido de ingeniería de desarrollo, tuvo su ratificación al resultar ganadores de un concurso internacional para el desarrollo, producción y provisión, de la fuente de poder que empleaba por entonces una unidad de disco rígido externo/adicional de las ya prestigiadas “Macintosh” de Apple Inc. – El equipo fue desarrollado con éxito, contando con la aprobación de Apple Inc y de la FCC. Se exportaron 10 mil unidades de esta fuente de poder, producidas en el término de un año. Posteriormente se ganó otro concurso internacional para el desarrollo y fabricación de un modem. Cabe destacar que en estos concursos competíamos con los proveedores del Far East.

Junto con otra empresa del grupo SADE (PECON NEC S.A), dedicada a las telecomunicaciones, los ingenieros de Micro Sistemas habían participado en el desarrollo y producción de una central telefónica de baja capacidad para la renovación, con tecnología digital, de las centrales que funcionaban en pueblos y pequeñas ciudades argentinas, operadas por las cooperativas locales de servicios públicos.

Hacia fines de 1989, Micro Sistemas había alcanzado su madurez industrial. Había logrado un share del 80% del mercado de terminales bancarias en el país, y demostraba que era apta para competir en el país e internacionalmente en el desarrollo y producción de equipos y/o subconjuntos de la electrónica profesional de baja escala. Estaban avanzadas las gestiones con la Lotería Nacional para el desarrollo de terminales de captura de apuestas “on line”. Empleaba a 300 personas, la mayoría de alta capacidad profesional. El propósito de Gustavo Defilippi al incorporarse como accionista en 1983, estaba cumplido. Un emprendimiento de entusiastas, había sido potenciado a una empresa sólida y competitiva.

Con el advenimiento del gobierno del Dr Carlos Saúl Menem, el grupo Pérez Compac decidió “desarmar” sus industrias electrónicas, desarrolladas en le órbita de la macro constructora SADE. Disponían de información en relación a las nuevas políticas que se avecinaban: apertura de la economía y privatización de las empresas públicas. El grupo Pérez Companc pretendía jugar fuerte en el área de las Comunicaciones (privatización de Entel) y crecer en su actividad industrial en el mercado de alimentos (compra de Molinos S.A). Ante tal decisión Gustavo Defilippi ofreció la compra de las acciones en poder de SADE S.A.- La respuesta fue lapidaria: por razones estratégicas se harían ellos cargo de liquidar Micro Sistemas S.A. al igual que Pecom Nec. Nos invitaron a una mesa de negociación para acordar del valor de las acciones de la minoría para proceder a su compra y contar con el dominio del 100% del capital social.

En el mes de marzo de 1990 se firmó el acuerdo entre “Inversora Tecnológica S.A” y SADE por la transferencia del 49% de las acciones de Micro Sistemas S.A.- De inmediato se inició el proceso de “desarme”. Gran parte del personal, sobre todo el plantel gerencial, se incorporó a la flamante TELECOM, beneficiada con la adjudicación por licitación de una de las partes en las que se dividió a la vieja ENTEL para su privatización. El proceso concluyó con la liquidación de la sociedad Micro Sistemas S.A, y culminó con la transferencia de la macro empresa constructora que la cobijaba, SADE, a manos de capitales suecos (SKANSKA S.A.). Nos consta que todas las rescisiones laborales se realizaron sin la generación de conflicto alguno, y sin que mediaran demandas ante la justicia laboral.

Si bien vivimos con Gustavo Defilippi en aquel momento un sentimiento de frustración, el tiempo demostró que la experiencia Micro Sistemas había servido para la formación en Córdoba de un núcleo de profesionales de la ingeniería, aptos para la investigación, el desarrollo, la producción y el servicio al cliente en el área de la industria informática y electrónica. Son numerosos los emprendimientos que llegan hasta nuestros días, un apreciado consuelo.

CMM 7 de diciembre de 2020